"Es curioso como intentamos tener fórmulas totalizadoras para todo lo que constituye nuestra vida, lo político, lo moral, lo religioso, lo económico, lo social, lo afectivo, lo corporal, etc. O en su defecto una para todo aquello, intentamos aferrárnos a estas fórmulas y actuar en consecuencia pretendiendo cambiar el mundo en el que existimos, sin querer aceptar que no existe ninguna fórmula totalizadora para el caos que es nuestra existencia y relaciones con los demás, un caos no anárquico, porque existen lógicas y patrones que alimentan esa pretensión de entendimiento y cambio, es un caos que nos provee la ilusión de comprenderlo y transformarlo, cuando en realidad solo podemos comprender realmente lo que somos y nos rodea en instancias parciales, es por eso tal vez que siento una gran resistencia a adjudicarme a algún partido político, corriente filosófica, religión, tengo la seguridad de que no existe una verdad plena a la que acceder y con la cual transformar el mundo, encuentro un gran desencanto en cada dogma, en cada grupo o movimiento intelectual, probablemente por su autoproclamación revolucionaria, salvadora, bondadosa, pues no considero que dentro de nuestras cabezas pueda caber el mundo. Seré tal vez un tibio, pero me desagradan profundamente las organizaciones autoproclamadas revolucionaras, pues caen en la egolatría de pretender entender el mundo, la política, la ética, la moralidad, etc. en sus cabezas, cuando se les escapa tanto... tanto... No hay una solución ni una fórmula, pero cada una lucha por ser la verdadera, la salvadora, cuando solo están constituídas por una preocupación vacua, la de cambiar el mundo para no aceptar lo despiadado de la lógica arbitraria, soy ante todo un pesimista.
Mi mesías fue un extranjero.
M.C.
PDT: Si para Hobbes la única pasión era el miedo, la mía es el desencanto, que en esta existencia estalla con frecuencia en instantes utópicos."
Tomás I. Ruiz L.
miércoles, 29 de mayo de 2013
sábado, 11 de mayo de 2013
Compañía
La habitación huele a ausencia,
En el suelo hay dos rangos, dos pocillos, que mutuamente se
ignoran.
La constancia corporal se ha humedecido, dejando así un
charco junto a la pared.
Las ventanas están,
… ausentes.
Estas posibilitarían la composición de un trazo uniforme, un
dibujo.
Solo hay una melodía que se repite de manera distinta en
cada ocasión, uniformemente.
Resuena en cada esquina, no tiene ningún punto de fuga, está
sola.
El dibujo de los pocillos compone una melodía, en cada
esquina se fuga la ausencia y ya no está
Sola.
Sola.
Tomás I. Ruiz L
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)