miércoles, 29 de mayo de 2013

Buzón de sugerencias- Biblioteca Nacional de la República Argentina 24/12/1942

"Es curioso como intentamos tener fórmulas totalizadoras para todo lo que constituye nuestra vida, lo político, lo moral, lo religioso, lo económico, lo social, lo afectivo, lo corporal, etc. O en su defecto una para todo aquello, intentamos aferrárnos a estas fórmulas y actuar en consecuencia pretendiendo cambiar el mundo en el que existimos, sin querer aceptar que no existe ninguna fórmula totalizadora para el caos que es nuestra existencia y relaciones con los demás, un caos no anárquico, porque existen lógicas y patrones que alimentan esa pretensión de entendimiento y cambio, es un caos que nos provee la ilusión de comprenderlo y transformarlo, cuando en realidad solo podemos comprender realmente lo que somos y nos rodea en instancias parciales, es por eso tal vez que siento una gran resistencia a adjudicarme a algún partido político, corriente filosófica, religión, tengo la seguridad de que no existe una verdad plena a la que acceder y con la cual transformar el mundo, encuentro un gran desencanto en cada dogma, en cada grupo o movimiento intelectual, probablemente por su autoproclamación revolucionaria, salvadora, bondadosa, pues no considero que dentro de nuestras cabezas pueda caber el mundo. Seré tal vez un tibio, pero me desagradan profundamente las organizaciones autoproclamadas revolucionaras, pues caen en la egolatría de pretender entender el mundo, la política, la ética, la moralidad, etc. en sus cabezas, cuando se les escapa tanto... tanto... No hay una solución ni una fórmula, pero cada una lucha por ser la verdadera, la salvadora, cuando solo están constituídas por una preocupación vacua, la de cambiar el mundo para no aceptar lo despiadado de la lógica arbitraria, soy ante todo un pesimista.

Mi mesías fue un extranjero.

M.C.

PDT: Si para Hobbes la única pasión era el miedo, la mía es el desencanto, que en esta existencia estalla con frecuencia en instantes utópicos."

Tomás I. Ruiz L.

sábado, 11 de mayo de 2013

Compañía


La habitación huele a ausencia,
En el suelo hay dos rangos, dos pocillos, que mutuamente se ignoran.
La constancia corporal se ha humedecido, dejando así un charco junto a la pared.
Las ventanas están,      …  ausentes.
Estas posibilitarían la composición de un trazo uniforme, un dibujo.
Solo hay una melodía que se repite de manera distinta en cada ocasión, uniformemente.
Resuena en cada esquina, no tiene ningún punto de fuga, está sola.
El dibujo de los pocillos compone una melodía, en cada esquina se fuga la ausencia y ya no está

Sola.


Tomás I. Ruiz L

miércoles, 29 de agosto de 2012

1.



En la espera,

Los momentos, 
la presencia de las páginas.

Palabras,
luces aisladas.

Tierna pretensión de disciplina,
Horror sintáctico.

La presencia de esos horrores solo potencia el silencio que separa la tinta del remitente.

Luces asilada
En tus palabras
tus pupilas absortas, cabizabajas.

Es hora de olfatear, huyes de las páginas hundiéndote en ellas
pretender detallar cada grafema... tarea insulsa.

Hay días en los que quiero escuchar atentamente esa voz, despierta algo en mi, en mi pasimonía y sumisidad. Es como una bofetada.


Tomás I. Ruiz L

miércoles, 9 de mayo de 2012

Toilet

Si tuviera que decir una palabra, diría Plomo.

Voy a trastocar un poco mi cabeza:
el sueño me suplica que no tiemble, que no permita girar en contravía las agujas de mis párpados.

La sed me tiene harto, por eso me mantengo en pie, inspirando a cada instante bocanadas de cenizas.
Me permito derramar unas lágrimas y bebo de los fragmentos picados y retorcidos para mantener la cordura.

Harto, el mundo me basta, lo observo, lo palpo, lo violó.

Los instantes previos al vuelo y los abrazos rotos me sucumben, me condenan y me juzgan desintegrando mi vanidad.

Amo este aroma y no hablo del aroma de ella, hablo de este aroma, el nauseabundo retrete del ser.

Tomás I. Ruiz L

miércoles, 18 de abril de 2012

Dos Cuencas



Son solo dos minutos cada día. Las primeras veces se deformaba toda la visión, se veían figuras abstractas que cambiaban constantemente, ocasionalmente acompañadas de algunos gemidos. Las últimas tres veces me impresionó cuan constante se mantuvo la imagen, sólo parpadeo dos veces y sin embargo no cambio la forma.

Hacía 247 veces que no me sentía tan ansioso como ahora, no recuerdo a cuantas veces empecé a perder la noción de mi cuerpo, no sé como estoy vivo, sin embargo como ya dije hace 247 veces no entraba en este tipo de reflexiones, en esta conciencia. Ese sonido indicaba que llegaba el momento:

Oscuros agujeros, podía detallar cada milímetro, trazar un mapa de la alternancia de protuberancias, hacer una ruta hasta las pupilas, donde no lo pude evitar, volví a llorar.

Tomás I. Ruiz L.

martes, 22 de noviembre de 2011

Epígrafe de un libro heredado

"Al lector:
Cada día mas ajeno al tacto y la sutileza. Sinceridad fluctuante y palpable; el silencio y la ausencia de ojos iluminan grafemas malditos, dagas que se infiltran y penetran hasta el fondo los ojos lectores, desgarrando el iris, fragmentando las pupilas y desbaratando cada instante de afecto, cada desinteresada mirada y cada pasaje imaginario. Son así estas absurdas líneas, sin ninguna pretensión más que una inconciente egolatría, palpitante en cada trazo y símbolo; imágenes que yacerán yertas sobre el césped de cada cerebro, en el desierto gris e incalculable de la memoria, asqueroso y sediento juez.

M.C.

PDT: Desecha pues estos versos sobreescrítos."



Tomás I. Ruiz L.

martes, 15 de noviembre de 2011